La presencia en las monedas del nombre de la ciudad, en signario ibérico, implica que nos hallamos ante emisiones públicas de un estado. La leyenda es un indicio claro de la autonomía local, convirtiendo la moneda en el símbolo máximo de la ciudad estado que acuña la moneda. La existencia de varias cecas dentro de una misma etnia, caso de los belos, es la muestra más clara de que no existe una unidad estatal de carácter étnico, una configuración de estados celtibéricos superior a la ciudad.

En las primeras emisiones del valle medio del Ebro si bien todas tienen en el anverso una cabeza y en el reverso un jinete, existe una clara diferencia en los símbolos de los anversos y en la insignia que porta el caballero, de forma que no existe una ceca que sea similar. Hay, pues, una intencionalidad de diferenciar las monedas por elementos iconográficos propios y claramente reconocibles, que en el caso de sekeida corresponden a un animal identificado como lobo y a un jinete portador de una insignia con ave rapaz, y que al igual que en las otras ciudades identifican tanto la autonomía de la ciudad como la jerarquía de sus gobernantes, la aristocracia caballera de los reversos.

El hecho de que las cecas acuñen en diferentes momentos, con distintos valores y magnitud emisora, muestra la importancia de las características propias de cada estado. Por otra parte la emisión de moneda no fue un hecho consustancial a las ciudades estado celtibéricas, dado que algunas de ellas no acuñaron, lo cual no implica que no adoptaran la monetización en su territorio, dejando circular las monedas acuñadas por otras ciudades, buena prueba son los tesoros monetales hallados en un territorio donde no se acuñó como el vacceo. [F. Burillo Mozota]

 

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