A diferencia de otras áreas mediterráneas, el mundo ibérico del noroeste peninsular tuvo un acceso tardío a la monetización, a pesar de que Emporion, colonia griega situada en este territorio, comenzara sus acuñaciones a finales del siglo V antes de Cristo. Fueron las necesidades financieras de los ejércitos cartagineses y romanos, durante la Segunda Guerra Púnica, las que dieron lugar al desarrollo de las acuñaciones a finales del siglo III antes de Cristo, corresponden a los llamados dracmas ibéricos de imitación emporitana, llamados por Livio "argentum oscense".

Kese, ciudad ibérica situada en Tarragona, fue la primera que acuñó monedas con leyenda ibérica, hacia el 214/212 antes de Cristo. Los motivos empleados, cabeza varonil en el anverso y jinete en el reverso, serán imitados por todas las cecas ibérica del valle del Ebro.

Todas las ciudades que comienzan a emitir monedas con leyenda ibérica, lo hacen dentro del territorio conquistado por Roma. iliirta, en Lérida, kelse en Velilla de Ebro, seteisken, probablemente en La Puebla de Hijar y sekeida en Mara, fueron las que acuñaron durante la primera mitad del siglo II aantes de Cristo. Esta selecta relación configura los centros económicos y políticos más importantes del valle medio del Ebro. La fundación de Gracurris en Alfaro, desarrollará otro grupo más al interior, el que capitaliza areikoratikos en la Rioja Baja, con tres cecas louitiskos, oilaunikos y kalakoricos, de las que sólo se ha identificado la última, correspondiente a la ciudad de Calagurris. [F. Burillo Mozota]

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