Fue común entre los griegos, utilizar nombres compuestos, como celtoligures o celtoescitas, para definir ciertos pueblos a partir de interpretaciones etnológicas. Celtíberos es, pues, un nombre surgido desde fuera del territorio y de las gentes a las que hace referencia.

La primera mención de una región denominada Celtiberia la encontramos en Tito Livio, autor de principios del s. I después de Cristo, al narrar a contecimientos del 218 antes de Cristo, referidos a las guerras púnicas:

"Bastante habéis perseguido rebaños por los montes de la Lusitania y la Celtiberia sin ver por ello ninguna recompensa de tantos peligros y fatigas; tiempo es ya de que hagáis una guerra más rica y provechosa y consigáis el premio a vuestro trabajo".

Aquí, la Celtiberia asociada y a su vez diferenciada de otro territorio como la Lusitania, se nos muestra como una región geográfica montañosa con entidad, pero de limites imprecisos y en la que, a juicio de Estrabón, Polibio situaba el nacimiento de los ríos Anas y Betis. En los acontecimientos de finales del siglo III antes de Cristo, son frecuentes las citas a mercenarios celtíberos procedentes de distintos lugares del interior peninsular.

No obstante, también en estos momentos el vocablo celtíbero tiene otro significado todavía más genérico, equivalente al de celtas hispanos o celtas de Iberia, con lo cual se les diferencia de otros grupos celtas, como los galos.

Conforme avanza la conquista romana del valle del Ebro, en la primera mitad del s. II antes de Cristo, aparece una tercera acepción más restringida del término celtíbero, referida a un grupo étnico que habita un territorio entorno al Sistema Ibérico. A él se adscriben grupos como los arevacos, pelendones, lusones, belos, titos.

En los inicios de época imperial romana, Estrabón delimita una Celtiberia considerada como una región geográfica que agrupaba a antiguas etnias celtibéricas. Ptolomeo, en el siglo II después de Cristo, ofrece una Celtiberia más restringida, limitada al flanco oriental de la visión estraboniana, al desgajar de la misma arevacos y pelendones. Finalmente, durante época medieval, el término, evoluciona a Santabariya, y su territorio, queda limitado dentro del ámbito del alto Tajo.

Los celtíberos eran vistos en la Antigüedad bien como celtas en Iberia, caso de Estrabón, bien como mezcla racial de celtas e íberos, como indica el bilbilitano Marcial en uno de sus epígramas:

"¿por qué me llamas hermano a mí, que desciendo de celtas y de iberos y soy ciudadano del Tajo?"

Los celtíberos alcanzaron fama en la Antigüedad por dos hechos de distinta magnitud, su resistencia a la conquista romana y su pericia en la fabricación de espadas, de hojas flexibles y resistentes, forjadas en un hierro que llegaba a ser verdadero acero.

Su lengua, perteneciente a la familia de las lenguas indoeuropeas celtas, era fronteriza en el valle del Ebro con la ibérica, pero se hablaba en un territorio mayor que el estrictamente celtibérico. Para su escritura se empleó el signario ibérico y con esta cultura compartió buena parte del repertorio cerámico, aun cuando se pueda señalar motivos decorativos específicos de ciertos yacimientos celtibéricos, algunos de ellos presentes en el territorio vacceo del Duero medio.

Al igual que los íberos quemaban a sus muertos y depositaban sus restos en vasijas, a diferencia del mundo galo donde se les inhumaban, sin embargo se señala la existencia de deidades religiosas comunes con los galos. Vivían en poblados amurallados. No construían templos dado que utilizaban lugares de la naturaleza como santuarios.

Si bien en la investigación actual, cuando se habla de celtíberos, suelen identificarse con los habitantes del territorio definido por Roma en el siglo II a. C., puede señalarse que no formaron una unidad política. Nunca hubo un estado celtibérico, ni siquiera un estado arevaco o belo. Las ciudades, surgidas a partir del siglo IV a. C. y convertidas en verdaderas ciudades estado, fueron los centros políticos encontrados por Roma, algunas de ellas, como Segeda, acuñaron monedas con su propio nombre. [F. Burillo Mozota]

 

Burillo Mozota, F., Los Celtíberos. Etnias y Estados, Crítica, 1998.
Burillo, F.; Pérez Casas, J.A. y De Sus, Mª.L. (eds.), Celtíberos, Diputación Provincial de Zaragoza.
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Gozalbes Cravioto, E., Caput Celtiberiae. La Tierra de Cuenca en las fuentes clásicas, Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, 2000
Capalvo, A., Celtiberia, Institución Fernando el Católico, 1996.
Lorrio, A., Los Celtíberos, Universidad Complutense de Madrid, 1997.

Salinas de Frías, M., Conquista y Romanización de Celtiberia, Ediciones Universidad. Salamanca, 1996.

 

 

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